EL RECONOCIMIENTO INTERNACIONAL DE
LA MASONERÍA ESPAÑOLA (1904)
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Representantes en el Congreso Masónico Internacional, Ginebra,1902
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Hasta 1875, las relaciones
masónicas internacionales se basaban, fundamentalmente en el bilateralismo, para lo que resultaba suficiente el reconocimiento de
las grandes potencias masónicas –de la Gran Logia de Inglaterra y del
Gran Oriente de Francia, fundamentalmente– para conseguir la necesaria
patente de legalidad. Pero desde el Convento de Lausana de 1875 y la
formación de la Confederación de Supremos Consejos del Rito Escocés la
situación cambió haciendo más complejo y difícil el proceso de
integración de las Órdenes españolas en la comunidad internacional.
Dado que la Confederación no admitía a ninguna Obediencia que
conviviera en su país con alguna otra institución masónica, quedaban
automáticamente excluidas todas las Órdenes españolas. Si no había
unidad no era posible el reconocimiento internacional y sin esa
legitimidad era difícil construir un organismo que tuviera un completo
alcance nacional. Un círculo vicioso difícil de romper.
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Delegados en el
Congreso Masónico Internacional, Ginebra, octubre de 1921 |
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No obstante, en 1889 el Gran
Oriente Español (GOE) desarrolló una intensa actividad internacional,
presentándose ante el GOLU con los reconocimientos internacionales
obtenidos en sus tres años de vida gracias al empuje de su Venerable
Maestre, Miguel Morayta. La acción del GOE tuvo su premio y en
septiembre de 1893 se firmó el primer Tratado masónico de
Reconocimiento y Amistad hispano-luso.
Tal reconocimiento masónico
internacional alcanzado por el Gran Oriente Español le permitió el ser
admitido en el Congreso Universal de Amberes de julio de 1894. Era la
primera vez que participaban representantes españoles en una
convocatoria masónica internacional, pero no pudo traducirse en la
correspondiente incorporación del GOE en la Confederación de Supremos
Consejos (Víctor Gallego y Jorge Giraud fueron los representantes del
GOE en el Congreso de Amberes, AHNS, 350-A-4). Tuvo que esperara a los
dos congresos masónicos siguientes, el de París de 1900 y el de
Ginebra de 1902, en los que el Oriente español consiguió finalmente su
inclusión en este organismo internacional. El GOE fue admitido en la
Confederación de Supremos Consejos en 1904, pasando a ser, a partir de
entonces, la única organización masónica española oficialmente
reconocida por la comunidad masónica internacional. Así lo ratificaría
tiempo después la Oficina Internacional de Relaciones Masónicas, con
sede en la ciudad suiza de Neuchatel, al considerar al GOE como la
única Orden masónica hispana con reconocimiento internacional.
Extractado de:
Ignacio Chato Gonzalo (Universidad de Zaragoza), "El congreso masónico
de Lisboa de 1905: republicanismo, iberismo y masonería", en J. A.
Ferrer Benimeli (Coord.), La masonería en Madrid y en España del
siglo XVIII al XXI, X Symposium Internacional de Historia de la
Masonería española, Zaragoza, 2004. vol. I, pp. 509-534.
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